¿Mucho gasto?

A la hora de analizar qué medidas están tomando los gobiernos para sacar a sus economías de la crisis, destaca aquella promotora de la expansión del gasto público y, por tanto, de su déficit. EEUU es el principal impulsor de esta política, cuya efectividad tantas dudas ha suscitado entre no pocos economistas.

Sus detractores esgrimen, con mucho sentido común, que dicha medida se transformará en mayores impuestos en el futuro y menor gasto privado – digamos que los contribuyentes pagarán sus propias deudas y las del estado -, lo que restrasaría la salida de la recesión.

Históricamente buscan justificación en la Gran Depresión de 1929 y en la historia reciente de Japón, tal y como precisamente comentábamos que explicada S. Roach hace unas semanas en su artículo “Whither Capitalism?” del Journal of Applied Corporate Finance (Winter 2009): “…Japón es el ejemplo de un país en el que tras el estallido de su burbuja mantiene, 20 años después, un déficit brutal y una política monetaria de tipos cero que va a cumplir 10 años.”

Quizá, continuando con la cuestionada línea de pensamiento “Keynesiano”, lo más efectivo fuera una reducción impositiva -dicen…-. Y es que, dejando a un lado la idoneidad de la medida en sí misma, al menos desde un punto de vista de efectividad debe reunir los requisitos de temporalidad y rapidez – es decir, llevar a cabo medidas de gasto que no puedan convertirse en “estructurales” (como también comentaba S. Roach) y buscar la efectividad inmediata de las mismas en la economía.

Como siempre, el tiempo lo dirá.